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lunes, 2 de octubre de 2017

Los dos lados de la moneda


El cambio de las estaciones me pone pensativa, debe ser porque de repente el paisaje no es el mismo o porque el clima te obliga a cambiar de hábitos, lo cierto es que las estaciones te dicen de manera irrefutable que el tiempo pasa inexorablemente y que nada dura para siempre.


Los largos días del verano quedaron atrás y el otoño se ha instalado oficialmente. Los árboles que hace un mes hacían gala de un verde brillante, hoy se visten de fuego. El viento sopla envolviéndolo todo y una marea de hojas secas cubre calles y parques. De repente parece que el mundo está cubierto de calabazas y un intenso olor a canela.


Camino por una calle llena de hojas,  miro mi reflejo en el vidrio de una tienda y pienso que, aunque el paisaje que me rodea por un momento parece ajeno, yo me reconozco perfectamente en la imagen.
Pienso en las dualidades, en como algo puede detonar emociones y pensamientos contrarios, en como todas las monedas tienen dos caras diferentes.

Vivir lejos de casa te enfrenta muchas veces con esas emociones ambivalentes, hay cosas que disfrutas y  te vuelven loca al mismo tiempo, y de esto se trata este post, de los sentimientos encontrados, de las cosas que me gustan y de las que me hacen crecer.

Si tuviera que enumerar o darles importancia a estas cosas diría que sin lugar a dudas la primera y la que más valoro es la libertad. Esto que sientes cuando sabes que nadie te conoce, cuando caminas anónima por las calles y eres capaz de mirar a tu alrededor sin que nadie repare en ti. La libertad sin embargo, viene irremediablemente acompañada de un poco de soledad, no la de no estar acompañada sino la de sentirte y saberte extranjera. No importa cuanto te esfuerces o cuantos amigos hagas,  podrás integrarte exitosamente y trabajar activamente en ello, pero hay que aceptar que nunca entenderás ciertas bromas o compartirás las mismas anécdotas que tus amigos locales.

Otra cosa que me encanta de estar lejos es poder experimentar las cosas por primera vez, ver lugares nuevos, probar comidas desconocidas, hacer las mismas cosas que hacías, pero en formas distintas, conocer personas de culturas diferentes, son todas experiencias maravillosas, pero estando lejos, incluso las cosas más insignificantes se convierten en aventuras, unas más complejas que otras, pero finalmente aventuras.   
Debo reconocer que en esto hay también un poco de frustración, es como una especie de tedio de tener que hacerlo todo otra vez.  Este año, por ejemplo, mi esposo y yo tuvimos que obtener una licencia de conducir en Alemania, después de estudiar un banco de más de1000 preguntas con videos y fórmulas incluidas, hacer un riguroso curso de primeros auxilios y pasar el test práctico con el examinador hablando en alemán, la tenemos en la cartera pero debo decir, que nos reímos mucho, aprendimos mucho, y también nos frustramos mucho.

Hay ciertos días cuando sientes que quieres hablar tu idioma, ir a tus lugares favoritos, oler y saborear tu comida, abrazar a los que amas y conectar con tu gente sin hacer ningún esfuerzo y entonces, te das cuenta que miles de kilómetros y algunas zonas horarias te lo impiden y te invade la nostalgia... puede ser muy mala y anclarte al pasado o puede despertar cosas positivas, puede convertirse en fuente de inspiración, puede ayudarte a valorar lo que tienes y también lo que dejaste atrás. Puede además ser la prueba inequívoca de que fuiste feliz con cierta gente y en un determinado lugar y puede hacerte sentir profundamente agradecida con la vida.

Vivir como expatriado, desde mi experiencia personal, te obliga a estar consciente de lo que pasa a tu alrededor a un nivel diferente, te fuerza a estar presente, aquí y ahora.  Te ofrece unas descargas de adrenalina que vienen de experiencias tan simples como escoger que pan vas a comer en el desayuno cuando hay 50 tipos distintos y entras en pánico porque no puedes pronunciar ninguno. En el un lado de la moneda está el miedo y en la otra la sensación de estar vivo.

Lo cierto es que no hay verdades absolutas, todas las monedas tienen dos caras. Puedes despertarte cada mañana y lanzar la moneda esperado que sea la suerte la que escoja de qué lado va a caer, o puedes conociendo ambos lados, poner la moneda del lado que más te sirva, al fin y al cabo es solo una moneda.

El otoño traerá paisajes preciosos y días más fríos, las dualidades son sin lugar a dudas, parte fundamental de la belleza de la vida.
Hasta el próximo post!

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