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viernes, 6 de julio de 2018

Inesperado pero preciso, mi viaje a Israel

Dicen que las mejores cosas de la vida no necesitan ser buscadas, ellas te encuentran, en el momento preciso y cuando más las necesitas. 


Hace algunos años, antes de salir de mi país y casi por casualidad, el coaching  llegó a mi vida y para ser honesta poco sabía yo de lo que se trataba. Mi fuerte siempre fueron los números, siempre trabajé con ellos. Las finanzas fueron mi pasión por muchos años, estudié, trabajé y enseñé un sin número de temas relacionados con ellas.  
Mientras daba clases en la escuela de educación continua de la Universidad y me divertía como una enana apalancando betas, calculando índices y escudriñando estados financieros, un día la Universidad me propuso una certificación en coaching ejecutivo con una escuela europea. La verdad es que más que el tema lo que movió a hacerla fue la oportunidad de aprender algo que desconocía por completo. Yo tenía experiencia corporativa previa y el tema me hacia sentido.  Fue una experiencia enriquecedora, descubrí mucho de mí y a través de esa nueva conciencia empecé a mirar a los otros desde otro punto de vista, la certificación me ayudó a explorar la forma como los seres humanos conectamos y lo que nos mueve hacia nuestras metas. 

Cuando empezaba a ponerle tiempo y empeño al nuevo descubrimiento, la vida me mandó a miles de kilómetros de distancia, pero el tema seguía resonando en mi cabeza, tuve la oportunidad de trabajarlo y estudiarlo más profundamente en Sudáfrica,  con gente que hablaba otro idioma, profesaba otra fé, no compartía mi raza o mis costumbres, seguía modelos diferentes de negocios, aprendía en formas distintas  y entonces entendí realmente  lo que significaba la diversidad y la empatía. Siempre me han llamado la atención las innumerables  formas desde las  que una misma realidad puede ser observada. Si siguen mis aventuras en este blog sabrán que he pasado ya cerca de dos años en Alemania y créanme que sin esta habilidad desarrollada casi por casualidad esta experiencia hubiera sido menos rica.

Una noche por azar, algo captó mi atención mientras miraba mi timeline en Facebook, era la foto de un niño con gafas y una capa, estaba corriendo intentando hacer volar una cometa con una sonrisa en sus labios, la imagen decia “Say yes to new adventures”, era como si la imagen me hablará solo a mí, paré, miré y descubrí  que se trataba de un herramienta de desarrollo personal y coaching llamada Points of You. Como coach siempre quieres incorporar algo nuevo a tu “toolbox” así que empecé a interesarme por el tema y me atrapó, parecía justo para mí, incorporaba el uso de la fotografía, que me apasiona, como una herramienta para ampliar y expandir puntos de vista a través del juego!  y el siguiente seminario era nada menos que en Israel! 

Todos mis pensamientos limitantes saltaron a mi cabeza en ese momento, no no puedo, no debería, es muy lejos, es muy largo, quien cuidará de los chicos, la inversión es importante, y así un largo etcétera. Debo decir que en ese preciso instante, yo necesitaba una pausa emocional y física, una que me ayudará a mirarme desde otra perspectiva.  Así que mandé a callar las voces en mi cabeza y me puse a preparar mi viaje, sin culpa y sin miedo.

Este post no es sobre la herramienta que aprendí a utilizar, ni sobre mi viaje a Israel, aunque es un lugar maravilloso,  este es un post para compartir mi viaje personal. 



La vida esta llena de obstáculos, de cambios cada vez más rápidos, la inmediatez nos ciega parcialmente, pasamos nuestros días saltando de una misión a otra ahogados en un mar de tareas, de información, de problemas propios y ajenos. 

Esta oportunidad, la de parar fue invaluable para mí, conocí gente maravillosa de muchos lugares, 16 países en una habitación,  y descubrí que no somos tan distintos. Me ví reflejada en sus aspiraciones, me involucré en sus dificultades, compartí sus preocupaciones, recibí sus opiniones, me alegré por sus logros  y sentí que cuando escuchamos activamente podemos crear lazos genuinos, podemos aprender de los incontables puntos de vista que los otros nos ofrecen.

Fue como mirarme en un espejo y reconocerme en los rasgos de otro. 

Que importante es parar, conscientemente, mirarte en el espejo y a  los ojos,  con cuidado, cada día, dedicarte un tiempo cortito para estar presente realmente, con todos los sentidos, para explorar tu realidad y expandir tu  percepción de las cosas, de esa conciencia es de donde vienen los sueños y de esa expansión, de donde obtenemos las herramientas para  alcanzarlos.  Cuando no entendemos algo o a alguien es probablemente porque nuestra perspectiva es demasiado limitada. A medida que escuchamos, miramos y exploramos, nos abrimos a nuevas posibilidades y podemos avanzar en el camino escogido.


Mi viaje fue un regalo, mis días junto al mar de Galilea me trajeron nuevos y personales aprendizajes, entrañables amigos y fantásticos momentos que atesoraré por siempre. No es necesario ir a ver si llueve en Tel Aviv como decía la canción, para regalarte una pausa, para mirar en lo profundo de tí mismo y de los demás. Hace falta eso sí un corazón dispuesto y una mente abierta, inténtenlo! Les sorprenderá lo que obtienen a cambio.

Hasta el próximo post!

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