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viernes, 2 de noviembre de 2018

Quiero colada morada y guaguas de pan!!


Veo fotos de las tasas humeantes y los panes coloridos y la boca se me hace agua. Publicar estas cosas debería ser considerado una especie de cyberbullying. Debo confesar que la de finados, es la tradición que más extraño y dolorosamente añoro de mi país
No les miento, si cierro los ojos puedo oler la hierba luisa, el ishpingo, los clavos, la canela y las frutas cociéndose en una perfecta amalgama de amor en la cocina de mi mamá. 


Mientras vivía en Sudáfrica podía encontrar algunos de los ingredientes y la solía preparar para que mis hijos no la olvidaran. No salía idéntica, pero si suficientemente buena como para matar el antojo. Aquí en Alemania la cosa me cuesta más trabajo.

Para los que no saben de lo que estoy hablando, el consumo de colada morada y guaguas de pan (niño/a en quechua), es una tradición milenaria que llena las mesas de los ecuatorianos el día de finados. La costumbre data según los historiadores de hace más de 5000 años y se remonta a mucho antes de la conquista española. Por supuesto y como ocurre con todo, el potaje ha evolucionado con el tiempo y se ha convertido en algo mucho más elaborado. Las guaguas originales eran la representación de un muerto amortajado y antes de la introducción del trigo, se hacían en tiesto con zapallo. Con los años se dejó el zapallo como ingrediente solo para hacer dulce para el relleno. La versión incaica de la colada tenía frutos silvestres, hierbas y cereales andinos, el principal el maíz morado, y de ahí viene precisamente su característico color y su nombre.

Antes de que Ecuador fuese católico, esta era una celebración de la cosecha, por eso su relación con la vida y la muerte, el potaje era una ofrenda por la lluvia, que se compartía en comunidad y de la que participaban también los seres queridos que ya no estaban. Durante muchos años la tradición en Ecuador era, y en algunas familias sigue siendo, reunir a la familia para amasar y decorar el pan y estar juntos durante la cocción de la colada que se consumiría el día de 2 de noviembre, cuando se recordaba a los seres queridos que se habían adelantado.

Tengo muchos recuerdos de esas tardes en familia, para mí esas reuniones siempre fueron de celebración, eran un homenaje a la vida. Siempre éramos los niños los que más gozábamos, rodeábamos la mesa de mi abuela en absoluto jolgorio, mientras ella servía la bebida caliente y entregaba a cada uno una deliciosa pieza de pan, con la que primero jugábamos, para luego comérnosla poco a poco.

Hay mucha simbología en la tradición que tanto extraño, la siembra que hacemos mientras estamos vivos, la alegría de la cosecha, los frutos del trabajo duro, el fin de los ciclos, la familia celebrando la vida de los que estamos y de los que se fueron, la delicia de compartir juntos.

Hoy no tengo colada pero tengo vida y brindaré por ella, con cerveza y pretzel, con café y pastel o con lo que lo que este disponible, por que el tiempo pasa y hay que asegurarse de vivirlo.
Después de todo y como dice Borges: "Planta tus propios jardines y decora tu propia alma, en lugar de esperar a que alguien te traiga flores
A vivir que de eso se trata!


Hasta el próximo post!




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