Me gusta

lunes, 10 de septiembre de 2018

¿Mami y esa niña quien es?

La semana pasada tuve la oportunidad de abrir una puerta que me permitió mirar muchos años atrás. A pesar de no saber a dónde se ha ido el tiempo, resulta que ha pasado. 

Mis compañeras de colegio y yo estamos celebrando 30 años de habernos graduado! Treinta no son pocos, ha corrido mucha agua bajo el puente.

Grupo de whatsapp creado y mensajes de por medio, he visto, leído y disfrutado de comentarios e imágenes llenas de las niñas que una vez fuimos. Copetes ochenteros, sonrisas adolescentes  y atuendos que no nos llenan de orgullo,  llenan la pantalla de mi celular.

Me han pedido encontrar fotos de la época y se imaginaran que después de tantas mudanzas y del ir y venir, ni idea de donde puedan estar, por suerte mi mamá ha conservado unas pocas. Las miro con una especie de incredulidad ¿cómo pasó tanto tiempo?

Hay una foto en particular que me ha llamado la atención. Una niña de unos cinco años y pelo muy corto, con uniforme a cuadros, suéter azul, capa y muceta roja está parada junto a su padre. La niña tiene  cara de no enterarse muy bien de lo que pasa a su alrededor y se ve un poco incómoda en el atuendo. Esa niña soy yo. Cuando les enseño a mis hijos la foto los dos abren los ojos como platos y preguntan ¿Mami, y esa niña quien es?

Como todas las buenas preguntas, esta ha desatado un proceso de reflexión, esta vez sobre mi propia identidad.

¿Quienes somos? ¿Somos lo que fuimos? ¿Somos lo que hacemos? ¿Lo que sabemos? ¿Lo que nos ha pasado? ¿Lo que queremos para nuestro futuro? ¿Somos nuestro cuerpo? ¿Nuestros pensamientos? ¿Nuestras ideas? ¿Que nos define como seres humanos? ¿Soy yo esa niña de la foto?
Muchas preguntas vienen a mi cabeza y lo cierto es que todas me parecen absolutamente válidas cuando las hago en primera persona. Hablar de identidad no es remitirse a una foto, no es una captura instantánea, la construcción de la identidad es un proceso permanente y sin fin.

Me viene a la cabeza una cita de “Alicia en el país de las maravillas” , cuando Alicia un poco confundida por sus cambios de tamaño entabla una coversación con una oruga:

Quién eres tú? -dijo la Oruga. 

No era una forma demasiado alentadora de empezar una conversación. Alicia contestó un poco intimidada: 

-Apenas sé, señora, lo que soy en este momento... Sí sé quién era al levantarme esta mañana, pero creo que he cambiado varias veces desde entonces....


Y vaya que cambiamos en este mundo que no da tregua, que se mueve constantemente.
Nuestra identidad se sostiene sobre unos pilares fundamentales, como el género, la nacionalidad, el idioma, para algunos religión, tus valores de vida etc, pero fundamentalmente  es algo que se construye  a lo largo de la existencia.
Cuando uno de esos pilares se cae, te invade una sensación de vacío, de no reconocerte en el espejo, te enfrentas a lo que solemos llamar  una crisis existencial. Me pasó después de ser mamá por primera vez, cada mañana yo buscaba a una brillante ejecutiva reflejada en el espejo pero él se empeñaba en enseñarme esa mujer que no había dormido bien y que no tenía nada de ejecutiva. Lo sentí de nuevo cuando me mudé fuera de mi país y tuve que cambiar de idioma, de costumbres, etc. Te pasa después de un divorcio, de un duelo, en fin cuando pierdes un referente que te define.

Lo  cierto es que cuando no nos reconocemos por un tiempo hay que hacer un esfuerzo consciente por conocernos otra vez, por encontrar un camino donde transitar sabiendo a donde queremos llegar, por encontrar un nuevo referente que nos permita construirnos de nuevo. Por que somos nuestras circunstancias pero fundamentalmente somos las decisiones que tomamos cuando las enfrentamos.  

Esta mañana me he mirado  al espejo con cuidado y en lo profundo de mis ojos aún puedo ver a esa niña, esa que ya ha caminado un trecho de su vida.  La imagen me muestra también una mujer a la que conozco bien,  una que ha construido sus certezas, que ha enfrentado sus miedos, que ha saboreado sus triunfos y llorado sus fracasos.  Soy un montón de verbos y otros tantos adjetivos. Pero también soy mis sueños, mis aspiraciones y lo que espero de la vida.


Me ha encantado mirar hacia atrás! A veces es bueno hacerlo para buscar perspectiva, para entendernos, para hacer una pausa y reflexionar antes de avanzar. Brindo por estos treinta años, por las niñas que fuimos, por las mujeres en que nos hemos convertido y por los caminos que aún tenemos por recorrer. Por las veces que nos hemos perdido y por las otras tantas que nos hemos encontrado, por esa obra que somos y que aún no está completa, pero que cada año es una versión mejor que el anterior.

Han visto últimamente sus fotos de niños, ¿se reconocen? Hoy miré la foto de nuevo y la respuesta a la pregunta de mis hijos fue: Esa niña de la foto, es muchas cosas, pero lo que más le gusta a esa niña es ser su mamá! ;-)


Hasta el próximo post!



No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Comenta en Facebook