Me gusta

viernes, 21 de junio de 2019

La caja de recuerdos


Cuando tenía cuatro años, mi familia se mudó de una ciudad a otra. Recuerdo muy poco de la casa en la que vivíamos antes de aquella mudanza, pero lo que sentí cuando llegué a nuestro nuevo hogar está vívidamente grabado en mi memoria.


Recuerdo a mi mamá tratando acoplarse a su nuevo hogar, una ciudad extremadamente caliente y húmeda, lejos de su familia y sus amigos, tenía dos niños pequeños y un perro enorme, a mi papá trabajando mucho tiempo y a mi hermano tratando de construir una nueva vida en un vecindario nuevo y en una nueva escuela. Si, el común denominador de este párrafo, es la palabra NUEVO.

Yo tenía apenas cuatro. Sin embargo, de pronto me vi en una clase llena de niños y niñas que estaban aprendiendo a leer y a escribir, era la más pequeña, la distinta, la nueva. Apenas los recuerdo, excepto quizás, por uno que era mucho más grande que yo y que insistía en tomar el contenido de mi lonchera todos los días.

Mi hermano tenía 8 y sin duda la pasaba peor, los niños lo acosaban por tener un acento distinto y por venir de otra ciudad. En el Ecuador de los 70, el regionalismo estaba dolorosamente marcado y esos pequeños desconocidos, nos lo recordaban a diario. Con el pasar de las semanas y los meses decidimos, cada uno por su lado, que ese era también nuestro espacio y que no íbamos a dejar que nos acosen o nos quiten la lonchera…

¿Se acuerdan de esas loncheras? Eran metálicas y con botellas térmicas que si se rompían sonaban como maracas en Diciembre. Yo tenía una de la Mujer Biónica, era blanca y estaba llena de abolladuras, porque después de un tiempo decidí usarla para amedrantar a los bullies y ayudar a mi hermano. Recuerdo poco de mis juegos con los otros niños, pero me acuerdo de haberme defendido hasta cansarme.

Es increíble como después de 44 años casi no recuerdo nada sobre lo que pasó en los meses posteriores al regreso a nuestra ciudad, pero en mi memoria aún puedo recorrer la clase en la que aprendí a leer a fuerza de repetir sílabas una y otra vez, el patio de esa escuela donde hacía tanto calor y la puerta de salida donde ansiosa esperaba que llegué mi mamá y me recoja para llevarme al fin a casa.

Fue solo un año, era mi país, al fin y al cabo y era mi idioma, pero puedo recordar lo duro que fue adaptarnos y lo difícil que fue ser la niña nueva otra vez cuando regresamos.

Este post es un homenaje a mis hijos, en especial al mayor que hoy específicamente termina una etapa de su educación.


Este camino ha involucrado cuatro escuelas, cuatro países, tres continentes y tres idiomas, todo ha sido siempre nuevo y cambiante. Puedo en una forma mínima imaginar lo duro y lo enriquecedor que ha sido para él este viaje y no dejo de admirar su coraje, su determinación y su resiliencia, porque se han necesitado esfuerzos adicionales, sacrificios que el no pidió, pérdidas que ha tenido que asumir, separaciones que le han encogido el corazón.

Hoy los chicos en su escuela están llenando unas cajas con los recuerdos que tienen de sus años juntos, estoy segura de que hoy él hubiera querido compartir este momento con sus amigos de toda la vida, como lo hacen los otros niños o tener lindos recuerdos de los años anteriores en la misma escuela, pero no es su caso. 

Su caja está llena de muchos y maravillosos recuerdos, pero ninguno compartido con sus actuales compañeros, está llena de cosas que pasaron en otras latitudes, en otros idiomas. Su caja de recuerdos esta parcialmente llena de ausencias, de personas que ya no están a su alrededor, de cosas que quizá solo él entiende.


Verlo pasar por esto me ha removido un poco, el corazón y los recuerdos,  pero estoy segura de que estas experiencias son las que lo definirán en el futuro, y que el ser humano en el que se va a convertir, llenará esa caja con lo mejor de cada experiencia.

Hoy quiero que él lea este post, que sepa cuanto lo admiro por haberse atrevido, por haber aprendido, por haber intentado, por haberse equivocado, por haber crecido tanto en estos años.  Estoy segura que esa caja algún día estará llena de momentos increíbles y contará la historia de un gran hombre. 
Felicitaciones Pipe, rendirse nunca ha sido una opción para tí.


jueves, 10 de enero de 2019

Carta para mis hijos

Si me siguen es estas locas aventuras sabrán que hemos cambiado destino hace poco, México será el tercer país para mi familia. Después de un tiempo intenso en Alemania, veo a mis hijos sonreír genuinamente y sentirse más en casa.


Esta alegría renovada me ha motivado a escribir esta carta, que quiero compartirles, probablemente porque mis sentimientos no son exclusivos y muchos padres se ven reflejados en ellos. Ser padres es una tarea muy compleja, una que probablemente no veremos nunca concluida, pero que hacemos cada día con amor. 



Aquí esta…

Queridos Hijos:
Siempre pensé que ser madre era parte del curso natural de la vida, algo que se suponía debía pasar, una pieza más para completar un rompecabezas feliz. Convertirme en mamá, para mí era un punto marcado en la agenda que cuidadosamente había planificado y que pensaba sería capaz de manejar como muchas otras cosas antes.
Sin embargo, a pesar de mi tendencia maniática a controlarlo todo, las cosas fueron todo, menos “perfectas”, los desafíos para entender mi cuerpo, mi tiempo, mis miedos… llenaron mi agenda como decenas de urgentes citas a las que debía acudir un día después del otro y a las que llegaba tarde, mal y a veces nunca. 

Hoy, no les quiero contar un cuento de hadas, no les diré que me convertí en una madre maravillosa el día en que los vi por vez primera, porque eso no es verdad, lo que sí pasó ese día es que entendí el amor en una dimensión completamente nueva.
Para mí el camino de la maternidad ha sido uno, en el que he aprendido en cada paso, a veces he pisado fuerte, otros pasos los he dado en falso y aún me sobrecoge pensar los muchos que me faltan por dar.
Hoy, les quiero contar como ser su mamá me ha ayudado a entender mejor el mundo.
Creo firmemente que las madres guiadas por un amor que se cocina a fuego lento, tratamos de ser perfectas sin entender realmente lo que eso significa.  La perfección no es algo muy elaborado en realidad, frecuente es algo simple que solo necesita ser apreciado. Es el trabajo que terminas cada día con amor, es una oración dicha desde el corazón con la certeza de que será escuchada, es la amabilidad del extraño, la gratitud de la gente, la esfera perfecta de una gota de agua, la intensidad de los colores de una flor.
La perfección, al igual que la belleza, es lo que descubrimos en los demás, es nuestro propio reflejo en aquello que miramos con los ojos del alma.
Tengo 9.310 fotografías en la memoria de mi teléfono y no quiero ni contar lo que he almacenado en otros dispositivos. Cada una de esas imágenes en las que a menudo están ustedes, captura un pequeño momento de perfección. Ese instante, donde mirando a mí alrededor, decidí que había algo que debería perdurar. A menudo no era la imagen, era lo que sentí cuando la capturé. Fue ese pequeño momento de perfección lo que atesoré en la memoria, en la mía y la del teléfono.
Hoy les quiero contar como ustedes han llenado mi vida con miles de momentos de perfección, muchos más que 9.310.  
Yo no soy una madre perfecta y tampoco intento serlo, pero soy una mujer afortunada que en el camino junto a ustedes ha aprendido a apreciar la perfección de las pequeñas cosas y este el mejor regalo que me han hecho.
Esta semana han comenzado un camino nuevo, un nuevo país, un nuevo continente y un reencuentro con su idioma. Me llena el pecho verlos felices, seguros, valientes.

Muchas veces me he preguntado si tanta aventura por el mundo no les dejará alguna herencia indeseada, si las decisiones tomadas fueron las correctas, si en este oficio de ser madre y compañera, no habré dejado algo importante en el tintero. Sin embargo, creo firmemente que todo lo que se hace con amor deja una huella profunda y les aseguro que amor es lo que ha sobrado en esta aventura.

No les deseo solo lo mejor, porque de ser así no les estaría deseando aprendizaje y perspectiva, les deseo lo necesario y suficiente, para seguir creciendo, para seguir caminando y convertirse en la mejor versión de ustedes mismos.

Les ama
Mamá



Espero que hayan disfrutado la carta y nos vemos en el próximo post!

Comenta en Facebook