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miércoles, 31 de mayo de 2017

Un silencio que estorba


En el andén nímero ocho un grupo de madres y padres
alemanes......

Un silencio inusual habita en mi casa, algo falta. Hoy nadie interrumpe las conversaciones, nadie grita, ni ríe a todo pulmón…El delicado ecosistema de mi hogar está afectado.



Son las nueve de la noche y aprovecho la luz del verano para escribir este post a modo de terapia. Hoy me he escuchado diciendo “Dios, que todo vaya bien”,varias veces y en voz alta, a lo largo de todo el día. Está mañana, mi hijo pequeño tomó un tren rumbo a su primer encuentro con la independencia, tiene apenas 8 años y pasará fuera del nido tres largos días, seguro que a él se le pasarán volando, pero la relatividad del tiempo nunca ha estado más clara… para mi serán eternos.

Mi lado más racional me recuerda que uno debe criar a los hijos para que algún día se vayan, para que sobrevivan sin nosotros, para que vuelen con alas propias y busquen sus propios caminos, pero ese lado racional está peleado con la mamá latina que habita en mi cuerpo, esa que se ha pasado molestando al Creador todo el día.

Esta mañana, fuimos todos a la estación a despedir a nuestro peque. Los niños revoleteaban felices mientras discutían lo que iban a hacer durante el viaje, se mostraban unos a otros emocionados sus equipajes, tomaban fotos y esperaban ansiosos la oportunidad de pasar más tiempo juntos y asumir este nuevo papel de niños grandes. En el andén número ocho,  un puñado de madres y padres alemanes esperaban tranquilos, yo diría que hasta inexpresivos, a que los pequeños abordaran el tren.

Si pudieran ver la escena de lejos, aún sin conocerme, podrían haber adivinado fácilmente quién era yo. Sí, yo era la madre que casi se sube inconscientemente al tren, la que bloqueaba la entrada para dar el último beso, la que bendijo mentalmente a todos sus pasajeros y la que lo siguió con la mirada hasta que fue incapaz de divisarlo.

Uno de los principales valores de la educación alemana es el de formar seres humanos independientes, por lo tanto, el sistema gira alrededor de ese eje que ellos consideran fundamental. Los niños se enfrentan solos y pronto a muchas experiencias, van solos a la escuela, toman trasporte público etc. Y todo eso suena maravilloso hasta que te toca enfrentarlo. Hay que haberlo vivido para reproducir el patrón y a mi no me criaron en Alemania.😉 
Creo firmemente que es maravilloso, pero de la teoría a la práctica me queda un trecho.

Mi hijo es un niño seguro y cuidadoso, sé que va a estar bien, pero ¿Cómo enfrentar la separación por corta que sea? ¿Cómo manejar tus emociones para que él no las perciba? ¿Cómo le dices que se vaya, que sea feliz y que disfrute, cuando lo que en realidad quieres es acurrucarlo bajo tus alas, protegerlo de todo y de todos y no dejarlo más?

Alguna vez leí que los mejores regalos que puedes darle a tus hijos son las raíces de la responsabilidad y las alas de la independencia, así que, a pesar de mis propias dudas y de mis propios miedos, le repetí constantemente que todo estaría bien, que vaya y se divierta, que aprenda todo lo que pueda, que aproveche cada minuto y que todo en casa le esperaría intacto a su regreso.

Debemos aprender a soltar, es un acto de crecimiento personal. Dejar ir es un acto de amor y valentía, es una prueba de fe. Es la demostración de que tu amor por el otro es más grande que el que sientes por ti mismo. Hoy pensé mucho en mi mamá y en las veces que me ha dejado ir, sin reproches, sin miedos, solo con una bendición en los labios.

Cuento las horas para recibir al pequeño bullicioso, es extraño poder terminar las frases sin que él te dé su punto de vista antes de que puedas completarlas. Hoy no hay tantas risas, ni pequeñas discusiones, no hay el bullicio habitual de los hermanos jugando.

Mi hijo mayor se me acercó un poco triste y me dijo: -Mami, esperaba un poco de paz, pero lo que tenemos hoy es un silencio que estorba!



¡Hasta el próximo post!


2 comentarios:

  1. Suscribo cada palabra, mis hijas son ya adultas, mi Pau incluso es madre de dos hermosas niñas, mis amadas nietas, y aùn soy incapaz de afrontar una separaciòn sin sentirme culpable por querer que no se vayan nunca de mi lado.

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    1. Lo sé, que duro es ofrecerles el espacio para que vuelen! Pero que grato saber que pueden y que lo hacen bien! Besos

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