La energía positiva era casi física, la gente saludaba por la calle, los meseros cantaban mientras limpiaban, los niños corrían descalzos en la playa mientras los padres despreocupados se tendían al sol, el tráfico fluía sin problemas y salvo pocas excepciones la gente era extremadamente amable, por supuesto que tienen sus propias luchas y muchas, pero esa fue nuestra primera impresión.
En Sudáfrica mis hijos aprendieron un nuevo idioma, corrieron libres y sin zapatos, treparon árboles, hicieron amigos entrañables, vieron animales que antes solo habían visto en libros… pero sobre todas las cosas aprendieron o mejor dicho, aprendimos que tu actitud determina la felicidad.
Conocimos a un francés que te preguntaba, primero como te llamabas y
después cual era tu pasión, para él ,era importante saber que era lo que te hacía
feliz, no donde vivías o que hacías ahí, simplemente que era lo que hacía que tu
alma saltara de gozo. A mí me gusta escribir y compartir con la gente que me
importa lo que aprendo, yo pinto cuando me siento triste y también cuando me siento feliz, mi esposo monta bicicleta a 41 o -5 grados, Eduardo lee sin medida ni clemencia y mi hijo menor invierte horas sentado frente a sus legos tratando de reconstruir el mundo pieza por pieza. Qué te apasiona? Qué es lo que te hace feliz?
A Sudáfrica le debemos el haber entendido que para ser felices no se
necesita tanto como nos cuentan, lo que se realmente se necesita es un corazón
abierto, vivir en el presente, disfrutar lo que tienes hoy y no lamentarte por
lo que dejaste atrás, y por supuesto silbar un poco de vez en cuando ;-)
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